Ya en el siglo XX la homosexualidad comenzó a separarse del concepto de “trastorno mental” para convertirse en una orientación sexual más. La eliminación de prohibiciones para tener relaciones sexuales fuera del matrimonio hacía más difícil encontrar argumentos para criminalizar las relaciones homosexuales. Además, en la década de los 60 surge un movimiento de liberación encabezados por distintos colectivos homosexuales, en busca de una mayor aceptación por parte de la sociedad. Desde entonces, la aceptación y visibilidad de estos grupos van siendo cada vez mayores.La aceptación de la homosexualidad a lo largo de la historia ha ido variando dependiendo del tipo de sociedad y época. Aunque en gran parte de la historia se ha visto como algo negativo (e incluso catalogado como crimen), durante las últimas décadas cada vez es mayor el sector de la opinión pública que se posiciona a favor de la libertad de expresión sexual y la condena de la discriminación por razones de orientación sexual.Pese a todo, en la sociedad actual siguen existiendo determinadas actitudes en contra de la homosexualidad, lo que dificulta a veces la llamada “salida del armario” de los homosexuales, es decir, que estos anuncien su condición sexual ya sea a un grupo pequeño de su entorno o de manera pública. Además, la discriminación puede ocasionar otro tipo de consecuencias como la violencia física o mental, impidiendo a estas personas desarrollar su vida con normalidad.
La homosexualidad no es una enfermedad. Hasta el momento, sólo hay teorías sobre su origen. En cam- bio, es inobjetable que se trata de uno más de los distintos patrones sexuales, hallándose a la par del heterosexual y el bisexual.
Hay un proceso de formación en el individuo que permite la discriminación y el procesamiento de información para establecer su patrón sexual. Así, es necesario establecer programas de educación sexual, que debieran impartirse desde los seis años de edad, los cuales permitirían que niños y adolescentes com- prendieran los cambios y diferencias en relación con su sexualidad y la de los demás, sus diferencias ana- tómicas, el funcionamiento de dichas estructuras, el “para qué” del ejercicio de la función sexual, los carac- teres sexuales secundarios, el proceso para estable- cer el patrón sexual, la prevención de infecciones de transmisión sexual y la anticoncepción, entre otras.Asimismo, debería considerarse la creación de programas de sexualidad para padres, destinados a facilitarles la comprensión y la relación con sus hijos, con los demás y, muchas veces, consigo mismos.
Este proceso de educación es primordial para lograr una convivencia sin discriminación, aceptando que la heterosexualidad no es la única opción sexual ni, necesariamente, la más “adecuada”.
Yaretzy Esmeralda Medrano Jaramillo